Otro mundo es posible | Primero de Mayo

Cada Primero de Mayo, desde los inicios de la Transición democrática en nuestra ciudad, la familia de los Socialistas de Gandia nos congregamos en el cementerio municipal ante un monolito sin nombres, de color blanco y rodeado de verde, para llenarlo de rosas rojas, símbolo característico del socialismo.

Se trata de un acto íntimo y entrañable en reconocimiento a todas las personas que dieron su vida por la libertad: trabajadores, idealistas, intelectuales… que para defender honestamente la legalidad (aquello que el pueblo había votado), tuvieron que sufrir la prisión, vejaciones e, incluso, morir jóvenes; demasiado jóvenes. Un acto muy emotivo donde su alma máter siempre era la añorada Mari Carmen Pérez, quien en el año 2017 vivió su último Primero de Mayo como podemos ver en esta fotografía (tercera, por la izquierda).

Pero este año, esta imagen no se podrá repetir. Por primera vez, desde hace más cuarenta años, no podremos estar todos juntos al lado de ese monolito a causa de las graves circunstancias por las que estamos atravesando. Tan solo la larga noche del franquismo y, ahora, este casi invisible virus bajo el microscopio de la graduación más grande (Covid-19 o coronavirus, como lo denominemos), han podido interrumpir la conmemoración del Día Internacional del Trabajo en Gandia.

Estas semanas en las que estamos inmersos en una emergencia sanitaria sin precedentes, tenemos que ser conscientes que en el hospital Francesc de Borja, en nuestros centros de atención primaria o en Salud Pública están dejándose la piel y jugándose literalmente la vida para atender y proteger nuestra salud: médicos, enfermeros, auxiliares, celadores, personal de limpieza, conductores de ambulancia… Y es que todos nuestros profesionales sanitarios son el escudo más valioso que tenemos hoy en día. Sin olvidar a los necesarios, a todos aquellos profesionales que trabajan sin descanso para que nuestra ciudad tenga las necesidades cubiertas; o el servicio tan valioso que prestan a la sociedad las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Así, cuando pase esta situación extraordinaria, tendremos que recordar y agradecer el sacrificio personal que hicieron por el conjunto de la ciudadanía. Y, una vez haya pasado todo esto y, al fin, hayamos conseguido superar los efectos devastadores de esta terrible pandemia tendremos que exigir, como gran objetivo común, la plena recuperación del Estado del bienestar.

Nos ha tocado vivir una crisis sanitaria de proporciones desconocidas en nuestra historia reciente. Pero las condiciones y las herramientas con las que nos enfrentamos a esta situación son mejores gracias a esa incipiente sociedad del bienestar que nos trajo la democracia y los gobiernos socialistas. Y, como toda gran crisis, viene acompañada de fuertes vientos de cambio. Nos toca aprender de lo que está ocurriendo, porque ya nada será igual, porque el mundo ya no será el mismo.

Precisamente, la emergencia sanitaria que vivimos nos deja una gran lección: ahora más que nunca necesitamos una sanidad pública fuerte, universal y de calidad. Ahora más que nunca, tenemos que reforzar nuestro Estado del bienestar, la conquista más grande de la democracia española y en el que una de sus principales joyas es el Sistema Nacional de Salud. Por eso, esta crisis no tiene que servir como excusa para recortar el Estado del bienestar, que tanto tardó en llegar a España.

Un Estado del bienestar que llegó (es justo decirlo y reivindicarlo) a partir del primer gobierno socialista presidido por Felipe González, con el tan recordado Ernest Lluch como ministro de Sanidad. De esto no hace ni tan siquiera treinta y cuatro años. Pero, apenas un cuarto de siglo después de su progresiva implantación en nuestro país, el Estado del bienestar empezó a ser desmantelado.

Con la excusa de la gravísima crisis económica de 2008, tanto el Gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy, así como varios gobiernos autonómicos (casi todos ellos del mismo PP o de CiU), practicaron recortes presupuestarios drásticos en el Estado del bienestar. Fundamentalmente en materia de sanidad y educación, pero también en todo tipo de pensiones y otras prestaciones sociales básicas. Ahora lamentamos los ataques, en forma de recortes o privatización de servicios, que otros gobiernos infringieron al sistema de salud. Pero no tenemos que olvidar las mismas agresiones que tuvieron la educación pública, la Ley de Dependencia, los servicios sociales…

Por eso, es necesario que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿nuestro sistema público de salud no habría estado mucho mejor preparado para enfrentarse al coronavirus, si no se le hubiesen aplicado tantos recortes durante tantos años? No se trata ahora de ajustar cuentas políticas con nadie. Pero no podemos ni debemos de olvidar lo que ha sucedido en España durante los años de gobiernos de la derecha: el desmantelamiento sistemático, basado mucho más en criterios ideológicos que en motivos económicos, de nuestro Estado del bienestar.

Como tampoco podemos ni debemos olvidar el significado del Primero de Mayo, que nos recuerda la valentía de esos hombres y mujeres que lucharon para reivindicar las libertades y la dignidad de todas y todos. Esto nos hace sentirnos, al mismo tiempo, orgullosos y responsables. Orgullosos de seguir el mismo camino; y responsables de hacer realidad ese legado en el presente para que lo puedan heredar nuestros niños y niñas, las futuras generaciones.

Este Primero de Mayo, lamentablemente, no hemos podido ir al cementerio de Gandia como así lo hemos hecho desde los primeros años de la Transición, para reencontrarnos unidos y con el máximo respeto alrededor de ese monolito de mármol blanco. Pero desde nuestras casas y balcones sí que podemos reivindicar, entre otros muchas cosas, la gran Fiesta del Trabajo, el Estado del bienestar y que una sanidad pública y de calidad es posible.

Año tras año, los socialistas gandienses tratamos de despertar conciencias y rendir homenaje a los luchadores por la libertad y la democracia, sirviendo de ejemplo para las generaciones actuales y de revulsivo para las que vendrán. El 1 de mayo es un día especial para quienes somos optimistas y pensamos que otro mundo es posible. Y, este año, con mucho más motivo, porque no sabemos todavía la vida que nos espera, ni el mundo que vendrá. No dejemos perder esta oportunidad. De nosotros dependerá que otro mundo sea posible.

Liduvina Gil Climent

Presidenta del PSPV-PSOE de Gandia       

Artículo publicado el 1 de mayo de 2020, Día Internacional del Trabajo, en gentedelasafor.es